La naturaleza que sobrevive en el Manquehue

Esta semana se presenta un libro y un documental que registran la flora y fauna silvestre que aún se encuentra en este emblemático cordón montañoso de Santiago. Aquí, su autor, Yamil Hussein, cuenta cómo fue filmar durante un año y medio un lugar que está en plena capital, pero del que en realidad sabemos muy poco.

Esta semana se presenta un libro y un documental que registran la flora y fauna silvestre que aún se encuentra en este emblemático cordón montañoso de Santiago. Aquí, su autor, Yamil Hussein, cuenta cómo fue filmar durante un año y medio un lugar que está en plena capital, pero del que en realidad sabemos muy poco. Las lluvias son una bendición para el cerro pues hacen florecer especies como el oreganillo, la flor de gallo (arriba), el lorito o chupa chupa y las añañucas (abajo). El bosque del Manquehue está muy amenazado, pero aún puede protegerse.

Esta semana se presenta un libro y un documental que registran la flora y fauna silvestre que aún se encuentra en este emblemático cordón montañoso de Santiago. Aquí, su autor, Yamil Hussein, cuenta cómo fue filmar durante un año y medio un lugar que está en plena capital, pero del que en realidad sabemos muy poco.

Fuente: El Mercurio. Por Sebastián Montalva Wainer.



FLORA. Las lluvias son una bendición para el cerro pues hacen florecer especies como el oreganillo, la flor de gallo (arriba), el lorito o chupa chupa y las añañucas (abajo). El bosque del Manquehue está muy amenazado, pero aún puede protegerse.



AUTOR. “En estos lugares percibes la importancia de la preservación”, dice Hussein. —"Yamil, ¿cuáles son las principales amenazas que enfrenta el Manquehue?

—Las principales son los incendios y la sequía, pero también está la presencia de perr… Es una nublada mañana de agosto en la quebrada Agua del Palo, un impresionante trozo de bosque nativo que se esconde en la ladera sur del cerro Manquehue, donde hay peumos gigantes de más de 100 años, cuando Yamil Hussein (47 años, chileno de abuelos sirios, fotógrafo y documentalista) interrumpe abruptamente lo que estaba diciendo. Subiendo por el mismo sendero donde unos segundos antes solo se escuchaba el canto de viuditas, pitios y chercanes, vemos aparecer primero uno, luego dos, tres y finalmente doce perros grandes, ladrando, jadeando y babeando, seguidos por una mujer que los pasea distraídamente. En ese mismo instante, el sonido del bosque se apaga de inmediato. Los pajaritos dejan de cantar, el murmullo del agüita que corría delicadamente por la quebrada se transforma en el chasquido duro de los lengüetazos de los perros, y la calma que habíamos sentido toda esta mañana, donde no habíamos visto a nadie más que nosotros, ahora es pura tensión.
—No hacen nada

—dice la mujer, muy relajada, mientras siguen llegando sus perros. —O sea, sí. Sí hacen, sí hacemos. Todos los días nuestras acciones tienen repercusiones

—le responde Hussein, incómodo por una situación que él ha visto de cerca, como licenciado en ciencias veterinarias de la Universidad de Chile, autor y conservacionista: la presencia de perros en áreas naturales afecta a los animales silvestres, ya que los asustan, ahuyentan e incluso atacan. De hecho, en parques y reservas está prohibido llevar mascotas, por más pequeñas que sean. Pero como el Manquehue hasta ahora no tiene protección legal, la mujer está en su derecho: puede subir sin que nadie le diga nada.
—Yo ya trato de no pelear

—confesará Hussein unos minutos más tarde, cabizbajo. Pero luego vuelve a animarse. Claramente, él prefiere ser optimista y apostar por que su silencioso trabajo de documentación y difusión de la naturaleza, que viene realizando hace más de 15 años en distintos lugares de Chile, en algún momento tiene que rendir frutos. Así al menos lo espera con su más reciente proyecto: Cordón del cerro Manquehue: Paraíso que sobrevive. Un libro y película de 25 minutos que presentará esta semana y que busca dar a conocer la sorprendente naturaleza que existe en este cordón montañoso en plena ciudad, pero que pasa inadvertida para la gran mayoría de los santiaguinos. Un registro de la flora y fauna que encuentra refugio en este lugar y que sobrevive pese a las crecientes amenazas de incendios forestales, la sequía, el desarrollo inmobiliario y, ya lo decíamos, la presencia de gatos y perros domésticos que circulan sin control de sus dueños.

—El paraíso yo lo defino como un lugar leal. A los que nos gusta el cerro, el bosque, aquí lo pasamos muy bien. Somos muy felices

—dice Hussein sobre un lugar que conoce como pocos: para su libro y película estuvo recorriendo, grabando y fotografiando sus senderos y rincones naturales durante un año y medio, desde agosto de 2020 hasta ahora.

—Es cierto que hay hartos árboles muertos, que hay especies introducidas que afectan a la fauna silvestre, que ha habido retrocesos, pero no sacamos nada con angustiarnos y seguir llorando, porque tenemos que hacer algo. Hay que concentrarse en que la humanidad pueda tomar conciencia y hacer cambios.

 

Isla de conservación

Yamil Hussein dice que la idea de hacer un documental sobre el cordón del Manquehue nació hace unos diez años.



DAÑO. Los incendios y los perros, aquí registrados en la quebrada Agua del Palo durante esta entrevista, son grandes amenazas, dice Hussein. Por entonces, él acababa de terminar una cula sobre los cerros Chena y Lonquén, que describe como “cerros isla”, ya que emergen en medio del valle de Santiago y son auténticas islas para la conservación.

—Los “cerros isla” son un reservorio de vida

—explica Hussein—. Donde está el valle, los seres humanos hemos arrasado, pero han quedado estos lugares. Ahí percibes la importancia de la preservación, de la restauración ecológica y de generar una detención de la expansión humana. Son estas formaciones geográficas las que nos permiten disfrutar de la naturaleza que queda. Pero los proyectos toman tiempo en concretarse, Mientras tanto, Hussein siguió viniendo al cerro de paseo, como cualquier santiaguino lo hace cada fin de semana, y continuó trabajando con su productora Jacobita Creaciones en otros proyectos de difusión de naturaleza, pero siempre enfocado en uno de los temas que más le apasionan: el bosque esclerófilo de la zona central, aquel representado por especies de flora siempreverdes que solo se encuentran en esta parte de los Andes, como peumos, litres, boldos y q llayes, De hecho, uno de sus recientes trabajos fue Los últimos secretos del bosque nativo, una película documental que hoy acumula más de 110 mil visitas en YouTube y que justamente trata sobre el pasado, presente y futuro del bosque esclerófilo.

—Yo soy veterinario y me hice fanático de los animales, pero cuando me di cuenta de que sin paisajes no tienen dónde estar, ahí empecé a recopilar información sobre el bosque para ayudar a su conservación

—cuenta. Si ya había documentado los cerros Chena y Lonquén, el paso lógico era seguir ahora con el Manquehue, que también podría considerarse un “cerro isla”. Finalmente, con el apoyo de GTD, la Corporación Patrimonio Cultural y la Ley de Donaciones Culturales, Hussein se puso manos a la obra, El objetivo no era solamente recorrer el cerro por sí solo, sino todo el cordón montañoso que lo rodea. El Manquehue es la cumbre mayor y visible, con 1638 metros de altura, pero a ambos lados hay otros seis cerros más pequeños: El Manquehuito, Lo Curro, El Carbón, El Morro Gordo, El Peñón y La Región. En total, el cordón abarca tres comunas de la Región Metropolitana: Vitacura, Lo Barnechea y Huechuraba. Las escasas lluvias de 2020 fueron el impulso que necesitaba para comenzar las grabaciones.

—Luego de dos o tres años de bajas precipitaciones, dije: “Este es el momento de ir a filmar porque va a existir primavera”

—recuerda Hussein—.

El 2019 fue dramático porque muchas de las plantas anuales no emergieron, así que ahora había que hacerlo, porque no sabíamos cómo iba a ser en el futuro. Así, en plena pandemia, con los permisos necesarios de documentalista, se puso a recorrer y grabar el cordón del Manquehue por todos los sectores donde pudo. Entró por el clásico acceso de Lo Curro, por donde se ascienden comúnmente el Manquehue y el Manquehuito, pero también recorrió la zona de Los Trapenses y la de El Carbón, entre otros rincones. En invierno iba al menos una vez a la semana, pero durante primavera dice haber ido todos los días, desde la mañana hasta la madrugada. Su objetivo era grabar y fotografíar toda la flora y fauna del sector, sobre la cual

—dice Hussein

— no existen más que algunos estudios de línea base encargados por las municipalidades para evaluar impactos ambientales. Libros propiamente tales no hay, asegura. Este registro incluye especies del bosque esclerófilo como quillayes, litres, bollenes y guayacanes, pero también plantas como el palito negro (un tipo de helecho nativo), el lorito o chupa-chupa (un arbusto trepador), el ajicillo, los lirios del campo, soldaditos, ortigas y chaguales, y también animales, desde aves como águilas, cóndores, pitíos, viuditas y carpinteritos hasta mamíferos como el zorro culpeo o la llaca. Pero Hussein dice que hay mucho más. —También hay degús, cururos y vizcachas en ciertos roqueríos. Quiques y gato colocolo debe haber también. Pero esta vez no puse cámaras trampa

—cuenta, consciente de que su trabajo es solo un esfuerzo que debe continuar. En sus recorridos, Hussein pudo ver lo deteriorados que están algunos sectores, como la subida clásica al Manquehue y Manquehuito.

—Todo ese pedazo está muy deteriorado. El cerro no soporta que tantas personas caminen simultáneamente, pero ¿cómo determinamos cuántas personas pueden transitar por los senderos? Para eso se necesita control e investigación. Del mismo modo, Hussein también registró lugares sorprendentes como la quebrada Agua del Palo, por donde caminamos esta mañana. Tal como indica su libro, allí sobrevive un remanente del bosque esclerófilo adulto, con árboles de más de un siglo de antigüedad, lianas y un suelo cubierto con una abundante capa de hojarasca. Un ecosistema único y también muy raro: de acuerdo a catastros vegetacionales, en Chile central menos del 1 por ciento del bosque esclerófilo es adulto.

—¡Mira: ese es un rayadito! —dice de pronto Hussein mientras caminamos por la quebrada, justo antes de detenerse a escuchar el canto de un pajarito que reconoce de inmediato—. Los rayaditos solo están en este lugar, porque son pajaritos de bosque. Más abajo no los vas a encontrar. Tampoco en la ciudad.



FAUNA. Desde arriba y de izquierda a derecha: degú, tenca, hormiga panda, águila mora, zorro culpeo y lagartija de los montes.

Zona crítica

La zona central de Chile forma parte de un área crítica para mantener la biodiversidad mundial. Es uno de los llamados “hotspot de biodiversidad”, término que utilizan los científicos para identificar un conjunto de lugares del planeta (hoy son 34, según Conservation International) que contienen el 44 por ciento del total de las especies de plantas vasculares, y el 35 por ciento de las especies de vertebrados, representados por mamíferos, aves, reptiles y anfibios.

—Como no se puede proteger todo, porque no existe ni la voluntad ni el dinero para hacerlo, hay que tomar la mejor decisión para conservar lugares que sean representativos de otros —explica Hussein—. La zona central de Chile, por su alto porcentaje de endemismo, es uno de esos sitios. Si protegemos estas zonas, nos aseguramos de darle protección a la vida.

El cordón del Manquehue, por cierto, está dentro de esta gran área crítica. Por lo mismo, para Hussein los esfuerzos para conservar los ecosistemas comienzan por tomar conciencia de lo que tenemos cerca de nosotros, pero que muchas veces nos resulta ajeno y desconocido.

En quebrada Agua del Palo, Yamil Hussein se ha detenido varias veces a escuchar y contemplar el bosque. Ha interrumpido lo que iba contando porque sintió el martillar de un carpinterito o el canto de una viudita. También se ha sorprendido nuevamente con el impresionante tamaño de los peumos que sobreviven en este lugar y el aroma mentolado de sus hojas, las especies que le apasionan y a las cuales les ha dedicado su trabajo.

—Cuando estamos en estos lugares, no reconocemos ningún sonido, nada. Para mí, es aquí donde comienza el entendimiento de nuestro entorno —reflexiona Hussein—. Los citadinos estamos muy desconectados. Creemos que las ciudades son la normalidad, lo más representativo de la vida en el planeta Tierra, pero no hay nada más equivocado que eso.

OBRA PARA TODOS

El libro y documental se presentará este miércoles 24 de agosto a las 18:30 horas en el Auditorio Municipalidad de Vitacura. Desde entonces, la película podrá verse gratuitamente en el canal de YouTube Fantasmas del Bosque Nativo. El libro se podrá descargar en PDF desde el sitio https://patrimonio.cl/biblioteca